La Navidad llegó este año, como siempre lo hace, con sus luces, su música y ese aire de esperanza que parece envolverlo todo. Pero para muchas personas, este diciembre no trae alegría, sino un nudo en el corazón. Quizás tú también lo sientas. Tal vez, al mirar las decoraciones o escuchar las risas de otros, una tristeza te visita, recordándote lo que falta: una persona querida, un sueño roto o incluso la estabilidad que este año parecía tan esquiva.
Recuerdo a Clara, una mujer que conoció el peso del duelo en Navidad. Había perdido a su padre en octubre, y diciembre llegó como una ola silenciosa que amenazaba con ahogarla. Cada villancico era un eco de lo que ya no tenía, cada regalo envuelto le recordaba las manos que ya no estarían para abrirlos. Clara me contó cómo, una noche, sentada frente a su árbol de Navidad, se permitió llorar. «Pensé que la tristeza me rompería», dijo, «pero en lugar de eso, me di cuenta de que llorar era como abrir una ventana en un cuarto cerrado. Me dio aire.»
El duelo en Navidad es así. Nos enfrenta a la paradoja de un mundo que celebra mientras nuestro interior está en pausa. Y, sin embargo, también puede ser un momento para reconectar con lo más profundo de nosotros mismos. Clara decidió crear un pequeño ritual: escribió una carta a su padre, agradeciéndole por los recuerdos que la Navidad le había regalado en el pasado. Luego, encendió una vela junto a su foto. No era una solución mágica, pero ese gesto le trajo un poco de paz.
Tal vez este año también sea difícil para ti. Para mi también lo es, Quizás la economía ha golpeado tu hogar, o las relaciones que antes te sostenían ya no están. Si es así, quiero que sepas que no estás solo/a. En este mismo momento, hay muchos corazones como el tuyo sintiendo el peso de estas fechas. Y aunque cada duelo es único, el acto de compartirlo nos une en una red invisible de humanidad.
Te invito a que hagas una pausa. Cierra los ojos y respira. Permítete sentir lo que está en tu corazón, sin juzgarlo. Si puedes, escribe tus pensamientos o comparte tus emociones con alguien de confianza. Y si sientes que no hay nadie con quien hablar, recuerda que incluso en la soledad hay maneras de encontrar consuelo: una carta, un diario, o simplemente mirar las estrellas y hablar en silencio.
La Navidad no tiene que ser perfecta para ser significativa. A veces, su magia no está en los adornos o los regalos, sino en los pequeños actos de amor que nos damos a nosotros mismos y a los demás. Quizás este año sea el momento de crear nuevas tradiciones, adaptadas a lo que hoy necesitas. Tal vez sea encender una vela por quienes ya no están, compartir una comida sencilla con alguien que también lo necesite, o simplemente regalarte una noche tranquila de reflexión.
Como Clara a mi también me ha tocado descubrir y resignificar la época, el duelo no desaparece con la llegada de diciembre, pero puede transformarse. Puede ser un recordatorio de lo que amamos y de lo que, a pesar de todo, sigue vivo en nosotros. Y en ese amor, en esa memoria, hay una chispa de esperanza que ninguna oscuridad puede apagar.
Si este diciembre se siente pesado, recuerda que no tienes que cargarlo solo/a. Hay apoyo, hay personas que entienden, y hay luz, aunque ahora parezca lejana. Esta Navidad, permítete ser, abrir esa ventana y dejar que entre un poco de aire, un poco de luz. Porque mereces paz, mereces amor, y mereces recordar que, incluso en el duelo, nunca estás solo/a , aunque así lo sientas.
Te abrazo deseando que tu corazón encuentre un poco de paz y transites el dolor con amor como él que tenias cuando no estabas en duelo.